LA PARADOJA DE LA FELICIDAD, UNA PERSPECTIVA BIBLICA Parte 2 || SERMON DEL DOMINGO 13 DE NOVIEMBRE

 



LA PARADOJA DE LA FELICIDAD, UNA PERSPECTIVA BIBLICA.
Parte 2 / Conclusion

TEXTO BIBLICO: JOB 5:17-18; Mateo 5:1 - 12


INTRODUCCION La paradoja es un dicho o un hecho que parece contrario a la lógica. (Contrasentido, contradicción, absurdo, incongruencia, incoherencia). Por ejemplo “perseguir la paz con la violencia” es una paradoja. Algunas cosas de las que Dios ha dicho nos parecen una paradoja. De esta manera, la felicidad de acuerdo con la visión de Dios siempre será una paradoja para nosotros. Por ejemplo, la manera cómo Dios mide el gozo del cristiano esta diametralmente opuesto a la oferta del mundo. El mundo mide la felicidad por tu salud, tu dinero y tu prestigio. Una de esas mediciones tiene que ver con las “bienaventuranzas”. El evangelio de la “prosperidad” está en la misma línea de la felicidad ofrecida por el mundo.
Desde las del Antiguo Testamento hasta las presentadas por Jesucristo, las bienaventuranzas vienen en forma contrastadas. Por ejemplo, ¿piensa el mundo que hay felicidad cuando Jesús dijo “bienaventurados los pobres en espíritu…”? ¿Es feliz ser pobre? Jesús también dijo: “Bienaventurados los que lloran…” ¿Concibe el mundo el llorar como sinónimo de felicidad? Hay una bienaventuranza de Jesús, recogida por Pablo, cuando dijo: “Mas bienaventurado es dar que recibir”. ¿Se enfoca la felicidad del mundo en dar? Esta sociedad es muy egoísta. Su lema es recibir en lugar de dar. Si no fuera así, ¿por qué es el afán de obtener bienes materiales y no dar forma parte de la felicidad?
La felicidad al estilo del mundo y la al estilo de Dios, están totalmente contrastadas. Mientras el mundo concibe la felicidad dentro de lo pasajero y fugaz, Dios habla de una felicidad en términos eternos. La bienaventuranza que nos presenta el pasaje de hoy suena para muchos como extemporánea y no aplicable a la búsqueda del hombre moderno.
Pero para la enseñanza de Dios, vista como una contradicción, más bien es así como ella nos guía y nos conduce a la vida eterna. De eso se trata la felicidad al estilo de Dios basada en esta bienaventuranza.
Veamos su contenido:



III. CUÁL ES LA PROMESA DE ESTA BIENAVENTURANZA

 

“Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; El hiere, y sus manos curan” vers. 18

“Pues, aunque él hiere, también venda las heridas; él golpea, pero sus manos también
sanan” (NTV)


1. El Dios que hace la llaga la vendará
Hay muchas personas muriéndose por falta de medicinas. Las crisis humanitarias plantean un problema serio para los países donde no hay acceso inmediato a los medicamentos para curar al enfermo. Los médicos se encuentran en situaciones donde a pesar de saber la cura para el dolor, no siempre pueden curarla.
Pero Dios como médico si puede vendar todas nuestras heridas. Hay heridas más dolorosas que las físicas. Un dolor de cabeza dura poco tiempo, pero el dolor del alma, o el emocional, no tiene una cura inmediata. Son esos dolores llenos de congojas y aflicción del espíritu. Pero de acuerdo con la promesa de este pasaje, Dios es “quien hace la llaga, y él la vendará…”.
Ciertamente esto no aplica para todos los casos. Hay heridas traídas por Dios a algunos corazones, cuyo resultado ha sido más endurecimiento y por lo tanto no serán curados. Dios hirió al faraón con diez plagas, pero él no fue curado, sino destruido. Sin embargo, a sus hijos, Dios venda sus heridas. Nada nos da más confianza que el estar en manos de este Médico divino. Así confiaba Job (Job 13:15).
2. El Dios que hiere sus manos curan Esta es la felicidad al estilo de Dios. Nadie puede pensar en un escenario donde su propia herida es una dosis de medicina. Eso parece un contraste, pero así es como Dios trabaja. Elifaz ha dicho que Dios “hiere, y sus manos curan”. Esta potestad no la tienen otros médicos. Todos ellos están puestos para curar la herida hecha por otro. Este texto tiene un gran aliciente. No importa el tamaño de mi herida porque más grande, poderosa y curativas son las manos del Señor. Los médicos se acercan a sus pacientes y les dicen: “Le tengo malas noticias”. Es allí donde un gran temor invade el cuerpo de los afligidos y resignados familiares, pues la noticia pudiera ser de muerte.
Pero una “mala noticia” divina es la ocasión para manifestarse el poder de Dios. Mis amados, las correcciones que soportamos pudieran ser dolorosas en sí mismas, según Hebreos 12:11), pero esas heridas son los métodos usados por Dios en nuestro peregrinaje para enderezar nuestras vidas. Las heridas de Dios sus heridas al final son curativas. No le tenga, pues, miedo a su castigo. Dios sigue trabajando en usted.
CONCLUSION:
Las paradojas de la felicidad ponen al mundo al revés. Nadie quiere sufrir. Nadie quiere ser
castigado. Hay una rebelión interna porque el hombre rechaza todo aquello que se vea como
castigo. El concepto de una “teología” buscando todo lo positivo, sacando a un Dios airado del
escenario, es cada vez más popular. Un Dios airado no lo soporta nuestra alma.

Pero Elifaz “el amigo de la experiencia” de Job nos ha dejado una de las bienaventuranzas para ver la disciplina como medicina para el creyente. “Bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga” nos dice el texto. ¿Cómo le suena esto? ¿Le parece duro? Bueno, la otra parte dice: “… por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso”. ¿Cuál es su reacción frente a la corrección divina? Pero, sobre todo, recordemos la promesa: “Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; él hiere, y sus manos curan”. ¿Qué le produce esta promesa? ¿Está de acuerdo con las paradojas de la felicidad? El hombre auténticamente
feliz es una obra de las manos de Dios.

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