LAS TRADICIONES, ¿CUALES EVITAR Y CUALES CULTIVAR? || SERMON DEL 15 DE OCTUBRE
SERIE: VIVIENDO LA VIDA DE CRISTO EN PLENITUD
LAS TRADICIONES, ¿CUALES EVITAR Y CUALES CULTIVAR?
TEXTO BIBLICO: MARCOS 7:1-23
INTRODUCCION:
¿Qué es la tradición?
El término tradición encierra, en muy distintas áreas de la vida humana, la idea de los
modos de hacer las cosas que la sociedad considera convenientes de preservar en el
tiempo, y que por lo tanto se transmiten de generación en generación. Los orígenes de
esta palabra se remontan al latín traditio, proveniente del verbo tradere, “trasmitir” o
“entregar”.
Las tradiciones pueden tratarse de costumbres, usos, pautas de convivencia o
consideraciones en torno a lo religioso, lo jurídico, lo cultural, etcétera. En todos estos
casos, no obstante, se trata de un modelo mental heredable, o sea, de un paradigma
que se preserva en el tiempo a través de su repetición.
Por ende, al hablar de que algo o alguien es tradicional o tradicionalista, queremos
decir que se apega o que valora el modo acostumbrado, heredado, de hacer las cosas.
Además, las tradiciones forman parte de la identidad de las sociedades, o sea, de los
patrones y creencias que componen la idiosincrasia o forma de ser de los pueblos.
Ahora bien, ¿son todas las tradiciones malas o peligrosas? ¿Cómo saberlo? ¿Cuáles
debemos evitar y cuales debemos cultivar? Veamos:
I. Las tradiciones humanas impuestas contradicen las Escrituras.
Los fariseos y los escribas eran guías religiosos judíos que habían edificado
un inmenso sistema de tradiciones rígidamente impuestas, y tan entretejidas
con la ley de Dios que habían adquirido una autoridad casi igual al de las
Escrituras. En ciertos casos en realidad las contradecían o debilitaban la ley
de Dios. Los lideres religiosos se deleitaban en imponer las normas y la
gente las aceptaba humildemente, satisfechos con un sistema de rituales sin
realidad.
Aquí encontramos a los fariseos y escribas criticando a Jesús porque sus
discípulos comían el pan sin lavarse las manos, el problema principal era que
para ellos no cumplían con el detallado ritual prescrito por la tradición.
Tocante a los fariseos el teólogo y misionero en la India E. Stanley Jones
dice:
“Vinieron desde tan lejos como Jerusalén para encontrarse con El, y
sus actitudes vitales eran tan negativas y criticonas que todo lo que
vieron fueron manos no lavadas, no podían ver el mayor movimiento de
redención que jamás haya tocado a nuestro planeta, un movimiento que
estaba limpiando las mentes y almas y cuerpos de los hombres. Sus
grandes ojos estaban abiertos de par en par a lo pequeño y marginal, y
ciegos a lo grande. De modo que la historia los olvida a ellos, los
negativos; los olvida, excepto como trasfondo para este impacto del
positivo Cristo. Ellos dejaron una crítica; El dejo una conversión. Ellos
buscaban faltas, El buscaba seguidores”
El Señor Jesús les observo rápidamente la hipocresía de tal conducta. El
pueblo era precisamente como Isaías había profetizado. Ellos profesaban
una gran devoción hacia el Señor, pero interiormente estaban corrompidos.
Ellos pretendían adorar a Dios mediante complicados rituales, pero habían
impuesto sus tradiciones en lugar de las enseñanzas de la Biblia. En lugar de
reconocer la Palabra de Dios como su única autoridad en todas las
cuestiones de fe y conducta, evadían o esquivaban las claras demandas de
la Escritura por su tradición.
Como vemos comenzando el versículo 14, el Señor hizo el revolucionario
pronunciamiento de que no es lo entra en la boca del hombre lo que le
contamina (como comer sin lavarse las manos) sino lo que sale del hombre
(como las tradiciones que invalidan la Palabra de Dios). Es lo que sale del
corazón lo que contamina a la persona: Las maquinaciones perversas, las
fornicaciones, hurtos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, el engaño,
la desvergüenza, envidia, maledicencia, arrogancia y la estupidez.
Una de las grandes lecciones en este pasaje es que debemos
constantemente contrastar toda enseñanza y toda tradición por la Palabra de
Dios, obedeciendo lo que es de Dios y rechazando lo que es de los hombres.
(hay miles y miles de tradiciones en el mundo, en todos los ámbitos). El
Señor Jesús tuvo que advertir a la gente que es la Palabra la que acredita a
los hombres, no los hombres que acreditan la Palabra. Lo que ha de ser
siempre es “Que dice la Palabra de Dios”.
II. Las tradiciones que no debemos desear.
Las tradiciones que no debemos desear ni practicar son, en primer lugar, las
que contradicen los mandamientos y la autoridad de la Palabra de Dios. En
segundo lugar, todas las que subvaloran las instituciones divinas como el matrimonio,
la familia; las que degradan la mujer o no reconocen la función que el Señor
les ha otorgado, las que honran el éxito temporal mas que el espiritual, las
que enseñan que depender de Dios es equivalente a un carácter débil. Las
que dan más valor y aceptación a las practicas inmorales, y así, a las cientos
de miles de tradiciones de origen humano, las que desvían al hombre de la
verdad irrefutable de las Escrituras.
“No permitan que nadie los atrape con filosofías huecas y disparates
elocuentes, que nacen del pensamiento humano y de los poderes
espirituales de este mundo y no de Cristo.” Col.2:8 NTV
“Ustedes saben cómo me comportaba cuando pertenecía a la religión
judía y cómo perseguí con violencia a la iglesia de Dios. Hice todo lo
posible por destruirla. 14Yo superaba ampliamente a mis compatriotas
judíos en mi celo por las tradiciones de mis antepasados.” Gal.1:13,14
“Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí.
Su adoración es una farsa porque enseñan ideas humanas como si
fueran mandatos de Dios” Mt.15:8,9 NTV
III. Las tradiciones que debemos cultivar.
Son las de la rectitud, un sello que distingue a esta tradición es el amor
inquebrantable por Dios y su Hijo Jesucristo. una búsqueda constante del
Espíritu Santo, una disciplina del discipulado que convierte el creer en hacer.
Una tradición que acerca a los hijos a sus padres y ambos a Dios, haciendo
que la obediencia sea una bendición y no una carga.
“Él los llamó a la salvación cuando les anunciamos la Buena Noticia;
ahora pueden participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
15Con todo esto en mente, amados hermanos, permanezcan firmes y
sigan bien aferrados a las enseñanzas que les transmitimos tanto en
persona como por carta.” 2Tesalonicenses 2:15 NTV
Las tradiciones que edifican son aquellas que promueven el amor por Dios, la
unidad en la familia y entre las demás personas, estas son de vital
importancia. Las que se transmiten de forma oral a través de generaciones
preservando la moral, las buenas costumbres y los preceptos de Dios, estas
se consideran como un patrimonio inmaterial cultural.
“¡Escucha, Israel! El SEÑOR es nuestro Dios, solamente el SEÑOR. 5Ama
al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas. 6Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de
estos mandatos que hoy te entrego. 7Repíteselos a tus hijos una y otra
vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y
cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te
levantes. 8Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente como un
recordatorio.” Dt.6:4-8 NTV
Conclusión:
Oración: Señor Jesucristo gracias por este regalo tan valioso que me has dado que es
la vida, gracias por revelar tu Palabra a mi corazón, muéstrame tus caminos amado
mío, te necesito para no desear las costumbres humanas que me llevan al pecado,
esos hábitos que violan y contradicen tu Palabra, aquellos que aprendí de mis
antepasados y en vez de romperlos me hice esclavos a ellos, hoy rompo en el nombre
de Jesús con toda tradición pagana de idolatría, de hechicería, de brujería en mi vida y
en la vida de mi familia, rompo con todos esos hábitos y vicios que me atan al pecado,
que me atan al alcohol, a las drogas, a la inmoralidad sexual, a la mentira, al odio, a la
ira, a la tristeza, al resentimiento, a la desobediencia, rompo con toda maldición
generacional que quiere traer muerte a mi vida y a la vida de mis hijos y mis nietos, me
propongo a hacer tu voluntad y no la mía, me propongo hacer algo diferente para
romper con la esclavitud de la tradición, ayúdame a cultivar nuevos hábitos, en un
renuevo constante por tu Santo Espíritu para agradarte todos los días, para glorificar tu
nombre, en el Nombre poderoso de Jesucristo, amen.
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