¿SI LO DEJO TODO, QUE RECIBIRE A CAMBIO? || Sermon del domingo 14 de agosto
SERIE: VIVIENDO LA VIDA DE CRISTO EN PLENITUD
¿SI LO DEJO TODO, QUE RECIBIRE A CAMBIO?
TEXTO BIBLICO: MATEO 20:1-16
Introducción:
Para conocer las lecciones que el Señor nos enseña en esta parábola,
debemos considerar el contexto de la misma, la cual se encuentra en la ultima
parte del capitulo 19:16-30 (leerlo). Aquí encontramos la historia del joven rico
que siente tristeza a la respuesta de Jesús de vender todo y darlo a los pobres,
poniendo a prueba su amor por el prójimo y saber si estaba dispuesto a poner
al Señor por encima de sus posesiones. Ante esta actitud, Jesús describe a sus
discípulos cuan difícil le es a un rico entrar en el reino de los cielos amando
mas sus riquezas.
Esta declaración del Señor perturba a sus discípulos. Primero, con respecto a
quienes en realidad podrían ser salvos, y segundo, teniendo a Pedro como
vocero, y comprendiendo la línea de la enseñanza del Salvador, Pedro se da
cuenta de que Jesús estaba diciendo “Déjalo todo, y sígueme”. Pedro se
jacto de que el y los otros discípulos, sus compañeros, habían actuado
exactamente de esa manera, añadió: “He aquí, nosotros lo hemos dejado
todo, y te hemos seguido; ¿Qué, pues, tendremos? O ¿Qué recibiremos a
cambio?
En el texto que nos ocupa, la parábola es la continuación del discurso acerca
de las recompensas de los versos 19:28-30. La parábola ilustra la verdad de
que aunque todos los verdaderos discípulos recibirán recompensa, el orden de
las recompensas será determinado por el espíritu con el que sirvió el discípulo.
Veamos las lecciones y las advertencias que nos deja:
I. Todos los sacrificios del creyente serán recompensados. V. 1-7
La parábola describe a un hacendado que salió de madrugada a
contratar obreros para trabajar en su viña. (Se cree que la plaza del
mercado era el lugar a donde acudían hombres y amos para todos
sus acuerdos) Estos hombres fueron contratados para trabajar por
un denario al día, lo que era una paga razonable para aquellos
tiempos (un denario era la paga para un jornal de trabajo). Digamos
que comenzaron a trabajar a las seis de la mañana.
A las nueve de la mañana, el hacendado encontró otros obreros
desocupados en la plaza. En este caso no hubo ningún acuerdo
entre los trabajadores y el patrón. Fueron a trabajar solo con su
palabra de que les daría lo que sea justo.
Al medio día y a las tres de la tarde, el hacendado contrato a mas
hombres sobre la base de que les daría un pago equitativo. A las
cinco de la tarde encontró mas hombres sin trabajo. No eran
holgazanes; querían trabajo, pero no lo habían podido encontrar. De
modo que los envió a la viña sin hablar para nada de la cantidad que
les pagaría.
Es importante notar que los primeros fueron contratados en base de
un acuerdo mutuo; todos los demás dejaron la cuestión de la paga en
manos del hacendado. Lo que nos lleva al siguiente punto.
II. La gracia es mejor que la justicia. V.8-14
Al final del día, el hacendado ordeno a su administrador que pagase
a aquellos hombres, comenzando desde los últimos contratados y
acabando con los primeros. (De esta manera, los primeros que
habían sido contratados vieron lo que recibían los otros).
Todos recibieron la misma cantidad, un denario. Los hombres que
habían comenzado a trabajar a las seis pensaban que iban a recibir
mas, pero no, ellos también recibieron un denario. Se sintieron
amargados, resentidos y murmuraban, su justificación bien
argumentada, era que habían trabajado mas tiempo y sufrido el calor
abrazador y el peso del día.
En la contestación del hacendado a uno de ellos, evidentemente el
portavoz del grupo, encontramos las lecciones permanentes de esta
parábola. Primero, le dijo: Amigo, no te hago injusticia; ¿no
acordaste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete;
pero quiero dar a este ultimo como a ti. Los primeros se ajustaron
por un denario al día y recibieron la paga acordada. Los otros se
acogieron a la gracia del hacendado, y gracia fue lo que recibieron.
La gracia es mejor que la justicia. Amados, es mejor dejar nuestras
recompensas en manos del Señor que regatear para llegar a un
compromiso con El. (Si me bendices, si me sanas, si me prosperas,
te seguiré y te serviré).
III. Dios, en su gracia y soberanía, tiene la ultima palabra. V.15
Luego el hacendado dijo: ¿No me es licito hacer con lo mío lo que
quiera?. La lección, naturalmente, es que Dios es soberano. El
puede hacer como le plazca. Y aquello que le place será siempre
recto, justo y equitativo. El hacendado añadió mas: ¿O tienes tu
envidia, porque yo soy bueno? Esta pregunta deja a la luz el egoísmo
de la naturaleza humana. Los hombres de las seis de la mañana recibieron
exactamente lo que habían merecido, pero tenían celos porque los otros
habían recibido la misma paga por trabajar menos horas. Muchos de nosotros
tendríamos que admitir que nos parece poco justo. Pero, repito, el
Señor es soberano. Al contrario somos llamados a abandonar
nuestro espíritu codicioso y competitivo, y pensar como el Señor.
El hacendado sabia que todos estos hombres necesitaban dinero,
por lo que les pago conforme a la necesidad y no conforme a la
codicia. Nadie recibió menos de lo que merecía, pero todos
recibieron lo que necesitaban para si mismos y para sus
familias.
La lección, según James Stewart es que la persona “que
piensa regatear con respecto a la recompensa final, siempre
estará en un error, y la misericordia fiel de Dios siempre tendrá
la ultima e incuestionable palabra”.
Cuanto mas estudiamos la parábola bajo esta luz, tanto mas nos
damos cuenta de que no es solo equitativa, sino sumamente
hermosa. Los inconformes contratados a las seis de la mañana
deberían haber considerado una recompensa adicional poder servir
todo el día a un amo tan maravilloso.
Conclusión:
V.16. Jesús termino esta parábola con estas palabras: “Así, los últimos
serán primeros, y los primeros últimos” Habrá sorpresas en la cuestión de
las recompensas. Algunos que creían que serian primeros serán últimos,
porque su servicio fue inspirado por el orgullo y la ambición egoístas. Otros que
han servido por amor y gratitud recibirán gran honra.
Lecciones de la parábola:
1. Los verdaderos discípulos recibirán recompensa considerando el espíritu
con el que se sirvió.
2. Es mejor dejar nuestras recompensas en las manos del Señor, que
regatear para llegar a un compromiso con El. La gracia es mejor que la
justicia.
3. Dios es Soberano, recto, justo, y equitativo. Hace como le plazca.
Advertencias de la parábola:
1. No sentirse superior debido a una tarea o posición.
2. No dejar de compartir el interés de Dios en ofrecer Su gracia a todos.
3. Evitar el espíritu de envidia de las bendiciones espirituales de los demás.
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